Ante la crisis es casi imposible que podamos reaccionar como alemanes, norteamericanos, ingleses o chinos. Principalmente porque en nuestros genes no están las respectivas características. Nosotros somos otra cosa. Es difícil de definir, pero es, sin duda, otra cosa.
Teniendo en cuenta esto y que la salud es una preocupación mundial, que cada vez somos más y vivimos más años, que la calidad de vida, la calidad de la vejez y el cuidado de nuestros ancianos es un problema que todos padecemos, que España es una fabrica de médicos y enfermeras-os, que España es un país turístico que atrae a millones de viajeros por sus playas, sus climas, su gastronomía, su patrimonio cultural, etc. En base a esto seria viable crear la gran industria de geriátricos y de atención hospitalaria dirigida a alemanes, norteamericanos, ingleses, rusos o saudíes septuagenarios.
Investigaríamos en implantes, técnicas quirúrgicas, prótesis y métodos de buena convalecencia. Llegado el momento del final, seríamos especialistas en cuidados paliativos. Todo ello en los enclaves paradisiacos de nuestra costa, de nuestras montañas o (si evitamos la contratación de capitanes Schettinos) en flamantes cruceros fletados en los astilleros gaditanos; dispondríamos de nuevo de vuelos chárter con Spanair para traer jubilados suecos; reflotaríamos Balnearios actualmente en horas bajas…
FIN de la crisis.
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